miércoles, 27 de octubre de 2010

Los pilares de la democracia

Los pilares de la democracia

GUILLERMO TATIS GRIMALDO, HIJO*
vierne 22 de octubre de 2010, LA ESTRELLA, Panamá.
gtatisg@gmail.com



Que la subsistencia de los partidos políticos dependa de un subsidio económico electoral y que de ello dependa una democracia o la institucionalidad de un país, son valoraciones muy pobres y deplorables, más cuando este pensamiento viene de la misma clase política nacional. Peor, y aún más vergonzoso, es que se pretenda argumentar que le será más fácil al narcotráfico penetrar las estructuras de los partidos, como ya han salido algunos analistas a plantear. Esto lo que pretende demostrar, muy en su contra, es que la clase política está disponible para quien los pueda seguir financiando, siempre que no le cueste a ellos mismos.

Los pilares de cualquier democracia y la buena salud de ella se fundamentan en otros méritos muy distintos, por ejemplo, en principios e ideologías políticas que favorezcan a su pueblo, que obren en su favor y en beneficio de la democracia misma. La clase política nacional ha olvidado muy rápido las lecciones de Rousseau, inmortalizadas en El Contrato Social, que hace tan solo más de doscientos años, nos habló sobre el valor de las doctrinas y la importancia de los fundamentos sociales, hoy perdidos del pensamiento político de nuestros partidos.

Resulta patético afirmar que la eliminación del subsidio atente contra la democracia panameña, cuando por el contrario, con ese subsidio lo que se alimenta es el clientelismo y la corrupción por cuanto todos sabemos que esos dineros son utilizados —en su gran mayoría— para seguir pagando jugosos salarios y gustos de la dirigencia política y de su grupito de protección.

Sustentar que la ausencia de regalías electorales acabará con los partidos políticos es una grave revelación, porque evidencia la crisis de valores políticos en que aquéllos se encuentran. El clientelismo electorero que financia esas regalías lo que asegura es más vicios y acentúa la decadencia de la democracia participativa, porque no son otra cosa que privilegios que corrompen.

Vaya, qué ironía, qué idea más descabellada, afirmar que los partidos políticos se fortalecen con dinero y que los avances de la institucionalidad se ha logrado gracias al vil metal, cuando la jerarquía de un partido radica en su ideología, del fervor con que sus militantes la profesan y la capacidad de respuesta social a su pueblo.

La importancia de la democracia y la de los partidos políticos empieza cuando estos últimos logran un grado de compromiso con su membresía a favor de los intereses populares integralmente. Si bien los partidos políticos deben manejarse con participación ciudadana, donde prime el interés colectivo, también es cierto que quienes deben sostenerlos financiera como ideológicamente son sus militantes, porque de otra forma lo que logramos es lo que estamos viendo, unos políticos viviendo de los partidos y unos partidos desvalijando al Estado, entiéndase al pueblo. Con ello contribuimos única y exclusivamente a darle el golpe de gracia a la democracia.

Pero independientemente de todo lo anterior, si bien muchos de los males que afrontan los jubilados radican en la baja capacidad adquisitiva de sus pensiones, y esto francamente se soluciona aportando mejores provisiones y mayores valores a la seguridad social, para cuando llegue la edad del retiro la pensión alcance para vivir dignamente, creo que resulta más solidario, más humanitario, más ético y moral repartir esos más de 20 millones cada año de aquella piñata de subsidios entre los jubilados que entregárselos a los partidos políticos.

Entre tanto que nuestra élite política, esa que grita que la democracia se va a quebrar si le quita el subsidio clientelista, revise qué es institucionalidad, qué es política y cuáles son los pilares de la democracia.

*DIPLOMÁTICO.

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